Vivimos a la carrera. Nos levantamos y desayunamos corriendo, trabajamos a contrarreloj, volvemos a casa lo más rápido posible y nos preparamos para el día siguiente a la velocidad del rayo. ¿Conoces las consecuencias de todo ese estrés en la piel? Te decimos cuáles son y, lo más importante, ¡cómo combatirlas!
Acné y piel irritada
Sufrir durante una época más o menos prolongada los efectos de esta ansiedad deriva en la segregación de histamina. Esta sustancia, relacionada de forma directa con la respuesta alérgica, puede provocar la aparición de zonas enrojecidas y urticarias.
El estrés puede derivar en problemas cutáneos como el enrojecimiento, acné, envejecimiento prematuro, bolsas y ojeras.
A esto se le suman la producción de cortisol y adrenalina a causa del nerviosismo. Lo que desajusta la segregación de hormonas y genera problemas en el sistema inmune. En consecuencia pueden aparecer problemas de psoriasis y dermatitis.
Ambos desequilibrios, hormonal e inmune, pueden generar un caldo de cultivo perfecto en nuestra piel para que los microorganismos causantes del acné adulto campen a sus anchas. Esta circunstancia se agrava por la presencia del ya nombrado cortisol.
¿Cómo evitar que todos estos problemas aparezcan o se agraven? En primer y destacadísimo lugar, con una higiene impecable mañana y noche. Además, exfolia la piel por lo menos una vez a la semana (si tienes la piel grasa, mejor dos).
Envejecimiento prematuro
El cortisol también está vinculado a la descomposición del colágeno y la elastina a un ritmo mayor de lo normal. Este genera esas primeras líneas de expresión antes de lo que deberían, mientras que en personas de más edad hace que surjan más arrugas y más profundas.
La falta de sueño es, evidentemente, otro de los factores clave del estrés y la piel. Dormir menos de 8 horas deriva en la aparición de arrugas y pérdida de luminosidad. Somos conscientes de que la teoría es mucho más sencilla que la práctica. Pero para evitar estas circunstancias es clave que duermas bien.
Puedes conseguirlo cenando poco y pronto, lo suficientemente temprano como para tener luego al menos una hora para relajarte antes de meterte en la cama. Tómate un tiempo para leer un libro o escuchar música tranquila.
Bolsas y ojeras
Esta es, sin duda, otra de las grandes consecuencias que tiene una cara de estrés. Muy vinculado al punto anterior, las marcas oscuras bajo los ojos y la retención de líquidos en esa zona son propias no solo de dormir poco, también de no hacerlo con suficiente calidad.
Para evitar esta situación, aparte de procurar tener un sueño de mayor calidad, lo mejor es tratar esta delicada piel de manera específica. Para ello te aconsejamos utilizar el Salmon DN Firming Eye Serum, que hidrata, ilumina y lucha contra las arruguitas del contorno.
Piel deshidratada
Como estás viendo, la salud de la piel y las emociones están muy vinculadas (prueba de ello es la aparición de los neurocosméticos). De hecho, la ansiedad es uno de los principales causantes de la sequedad dérmica. Esta última, a su vez, promueve el envejecimiento cutáneo, ya que acentúa las líneas de expresión.
Por otro lado, el estrés en la cara continuado afecta a la circulación sanguínea en la zona de la dermis, por lo que llegan menos nutrientes e hidratación a las células. Aplica a diario una crema hidratante y nutritiva que ayude a tu piel a combatir esta situación.
Una buena opción para estos casos es la Biological Fermento Cream, una hidratante que nutre en profundidad y que, además, ilumina y lucha contra las arrugas. En definitiva, el arma perfecta para batallar contra los efectos de nuestro acelerado estilo de vida.
Como ves, las consecuencias del estrés en la piel son muchas y diversas. Intenta llevar un ritmo más relajado ya no solo por una cuestión estética, ¡sino también emocional! Y recuerda que siempre puedes ayudarte de los consejos que te damos en Cosmética de Corea. ¡Suscríbete a nuestro blog para que no se te escape ni uno!